12 julio 2011

Bárbara del Campo


Bárbara es del viento
Y yo nunca la tendré
Si la quiere traer una brisa de mar
Abriré de par en par mi cuerpo
En mis velas sabe
Confundir la calma y la tempestad
Con un lazo suave
Pero al fin y al cabo atándome
Bárbara del campo
Trae la arcilla de su piel
Y del río me da las palabras
Que van adornándonos de primavera
Como un vino suave
Enredando apenas la razón
Con un lazo suave
Pero al fin y al cabo atándome
Y me tiene eternamente aquí
Entre el agua y el huracán
Y entre tierra y llamas seguiré
Porque ella es el mejor lugar
Bárbara es del fuego
Es del mago de la luz
A su isla llevé
Mis cenizas y no hay regreso
Ya quemé mis naves
Como un vino suave
Enredando apenas la razón
Con un lazo suave
Pero al fin y al cabo atándome
Como un vino suave
Enredando apenas la razón
Con un lazo suave
Pero al fin y al cabo atándome

10 abril 2008

Perdido


Esta selva no es lugar para bergantines, he recorrido riadas, caudales y riachuelos buscando una salida durante ya varias lunas, y aún sigo aquí, con la piel cubierta de sudor y de mosquitos. Entonces me invade esta tristeza tan profunda que quisiera hundirme en el barro suave del fondo, dormir, como si no hubiera mañana

26 octubre 2007

Afluente


Pasa el tiempo los ríos los rieles por mi lado apenas se quedan un segundo en el borde de mi mirada no me detengo pero quisiera o no quisiera ya no sé. Recuerdo tardes enteras largas como una mirada como un suspiro interminable, no había mucho que decir entonces y sin embargo, Y SIN EMBARGO!

Me hablaban de ti en el viaje, me gritaba esa chica de largo abrigo negro como si fuera a perderte, como si cada paso me alejara de ti. No les creía entonces, no les creo ahora. Qué saben de ti si apenas te han vislumbrado, si no te conocen como yo, si no te han tocado nunca como yo, que he medido cada palmo de tu piel, escuchado todas tus palabras. Me mira la chica de cara pálida como de cuarto menguante, me perfora con sus ojos oscuros, no abre la boca pero igual me grita y grita interminable, salgo del tren o del barco para no oirla. "Te quiero", me decía, pero se habrá confundido.

Quiero bajar de este bote, de este vagón azul, de esta vereda que avanza sin que me mueva, me arrastra como el río de peces de abrigos de miradas de hambre como cuchillos. No quiero fotos, el flash atraviesa la córnea el cristalino inunda el nervio óptico como el agua sucia, no quiero estar aquí, no estoy, no hagan caso.

Cuando lleguemos al mar entonces todo tendrá sentido.

21 febrero 2007

Bah


Es muy mala la comida en este barco. Faltan frutas, verduras, cualquier día nos asalta el escorbuto. El agua dulce es muy salada, da más sed que no tomarla. La sopa está fría, la cerveza, caliente. A esto que le llaman arroz yo le diría más bien atroz, y eso aun sería poco. Le he estado echando el ojo a esos ratones gordos que se escuchan en la segunda cubierta, que tanto ruido hacen que se adivinan sabrosos, opulentos como un cerdo pequeño. Pero son sólo ganas, no he logrado verles ni la cola, así que eso de echarles el ojo es una forma de decir.

No sé por qué hablan del ancho mar si a mí me parece tan estrecho. Del ancho de esta ventana a cuadros, nomás un palmo y se acaba. Una línea más o menos recta, oblicua a veces, y poco más. Y salir a la cubierta es sólo un golpe seco de sol y sal. El calor es de infiernos día y noche, salvo cuando hay tormenta, que es de infiernos, pero mojados. Y la tripulación ya no me habla, quizá porque yo no les he hablado nunca.

Cruje además como madera de horca este barco viejo, como si fuera a hundirse a cada rato, pero nunca se hunde, cabecea como un percherón y sale a flote. Huele mal, a pez rancia, o a levadura. Si no pasara todo el día con este pañuelo en la boca no podría dejar de vomitar todo el día, aunque fuera para sacar fuera la comida pestilente que me dan... ¿Les hablé ya de la comida?

06 agosto 2006

Naufragio V (final)

Ya no lo sé. No sé si estuve o no en ese lugar. Si las marcas en mi cuerpo son mordidas de peces feroces o simplemente huellas de alguna deshonrosa enfermedad.

Todos sonríen al oírme, con una mezcla de ternura y burla en la mirada. Y no sé si es por compararme con mi antigua gloria, o es que sólo soy un viejo ridículo que soñó con ser marino. Quizá la gran presencia que recuerdo junto al barco es justamente el olvido que devora mi cerebro, que rellena, solidifica cada intersticio. Y los rostros de mis compañeros de armas nomás los he compuesto a partir de las facciones que veo en este enorme hospital.

¿Cuál es la construcción que tiene más vacío que materia? ¿Son los espacios lo que he olvidado, o lo que me falta por imaginar? El caso es que todo esto ha sido un gran naufragio. Y no deja sobrevivientes.

04 agosto 2006

Naufragio IV


¿Por qué me vendrá esta tristeza tan grande, así de repente? Es como si me hubiera pasado algo, a mí o a alguien querido. Este vacío justo aquí, como asomarse y ver la amargura en el fondo. ¿Habrán muerto todos en el naufragio, menos yo? ¿O estaré muerto yo también?

Pero si recuerdo, es que no he muerto. ¿Y por qué son tan imperfectos mis recuerdos, entonces? Son tan cortos los días, dormir y amanecer y dormir. Y tantas cosas tengo que decir, pero no llego a hacerlo.

29 junio 2006

Naufragio III

Quiero escribirles del naufragio, pero no encuentro mi librito. He visto gente husmeando entre mis cosas, estoy seguro que ellos lo robaron. Había tantos secretos allí, información valiosa. Pero lo peor es que no puedo escribir. Afortunadamente este joven muy amable se ha ofrecido a escribir. "Papá" me dice, supongo que por respeto o admiración, aunque a mí me resulta un tanto incómodo.

En fin, decía que la tormenta se anunciaba, pero no lograba caer sobre nosotros. Y aunque todos lo esperábamos, el primer rayo que cayó sobre el mástil como una campanada nos hizo saltar de la sorpresa. Y el buen barco se entregó como un buey, sin ninguna fiereza, casi con alivio.

Aún tengo en la nariz el olor ácido del fuego, mis oídos vibran con los quejidos de la madera con el embate de las olas. Fuego y agua trabajando en perfecta sincronía, sin tocarse pero completando cada uno la tarea del otro. Se diría que se trataba de ablandarnos, molernos a palos para darnos el golpe de gracia con la llegada del golem.